Desde hace tres años los habitantes de La Colorada sobreviven a las continuas detonaciones de la minera Pitalla, firma que genera millones de micropartículas que forman una densa “nata” visible mañanas y tardes, así como a la solución cianurada con la que se irrigan las “montañas” de piedras trituradas donde se obtiene el oro que, en esta zona del país, se aprecia más que la vida.
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