En Brasil, los incendios forestales iniciados por campesinos y ganaderos para despejar terrenos destinados a la agricultura se salieron de control el año pasado y arrasaron con más de 1,2 millones de hectáreas de árboles debido a una grave sequía que se apoderaba de la región. Esas pérdidas socavaron los esfuerzos recientes por parte de Brasil para proteger sus selvas tropicales.
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